lunes, 30 de agosto de 2010

El museo de Pedro Garzón

Hirmes, el lugar donde se detuvo el tiempo.

Nadie sabe el origen de esa palabra Sus comienzos, su andar a lo largo de los siglos, siempre en silencio. Sus calles, sus casas, sus gentes, viven en la soledad más absoluta de la Alpujarra, el cantar de los ruiseñores es su acompañamiento, el murmullo de la fuente es el alma que da vida a la frondosa vega que los envuelve.

Los San Roques, la rambla, el cerro del Gavilán, el todopoderoso Cantamuros, el Trance... son accidentes geográficos que lo han protegido a lo largo de los milenios, que han visto como generaciones de diversas culturas bebían el suave néctar que brota de su tierra.

En Hirmes, Pedro Garzón y familia han hecho un museo, alpujarreño para más señas, repleto de útiles frecuentes en otras épocas y extintos hoy.



2 comentarios:

Pedro Medina dijo...

Mira que he ido veces a Hirmes y no lo he visto nunca.

paco maldonado dijo...

La iniciativa de Pedro Garzón sin duda alguna es poder tener entre los dedos parte del patrimonio que tiene Hirmes o tenía Benínar.
Creo que merece la pena que del carro que está tirando Pedro se enganche más gente con la intención de aportar y ayudar.