viernes, 8 de febrero de 2013

Apicultura

Define nuestro gran diccionario, el de la Real Academia de la Lengua Española, a la apicultura como el arte de criar abejas para aprovechar sus productos.

El hombre, antes de aprender a leer y escribir ya dominaba el arte de cómo sacar provecho a unos insectos tan beneficiosos para la agricultura como son las abejas. Por una parte su miel, desde que la memoria existe, ha endulzado nuestros paladares y como somos golosos por naturaleza, las cuidamos y protegemos para robarles el fruto de su trabajo, por otro, su cera, que nos ha iluminado durante tantos siglos (y lo digo con doble sentido).

Hace años, en mi etapa de aprendiz, al lado del badén que hacía la carretera de Benínar con la ramblilla, en los olivos de Paco Blanco, vi un pájaro que llenó mi retina de intensos colores, tanto que aún conservo esa imagen grabada en mi memoria, algo tan bello debía tener un nombre.

En Benínar (Almería) era frecuente tomar el fresco en la puerta de las casas las noches de verano. Para tal efecto se colocaban unos troncos en ciertas calles, sitios estratégicos, lugares donde el aire corría con total libertad. Uno de ellos era donde la calle Ancha se unía con la Real.

No había mejor lugar en todo Benínar que aquellos palos para escuchar historias, allí los cazadores daban rienda suelta a su imaginación y contaban con todo lujo de detalles y ademanes cómo el perro levantaba al conejo agazapado en la atocha, cómo se le apuntaba, disparaba y caía dando tres, cuatro e incluso cinco vueltas de campana. Allí, un servidor, se ilustraba y recogía en su memoria tales explicaciones cuyas palabras aún recuerdo. Así me enteré que ese pájaro se llamaba abejaruco y que según Frasquito “el albañil” era muy dañino ya que comía abejas y una bandada de tales aves era capaz de arruinar una colmena.

Abejarucos

En 1752 en Benínar había ocho colmenas que eran propiedad de Cristóbal Callejón y Luis Gutiérrez. No representaba una actividad importante en la economía local y su producción era fundamentalmente para la elaboración de dulces.

En aquella época las colmenas se hacían de carrizo. Los materiales usados eran:

-Madera, que debía ser flexible, por ejemplo de álamo. Con ella se hacían tres aros que iban en el interior.

-Caña. Tres medias cañas por colmena.

-Esparto. Se cogía en la menguante de agosto, se hacían manojos y se dejaban secar unos días. Después se metían 21 días en agua, se sacaban y majaban con un mazo de madera de encina o de olivo. De esta forma las fibras del esparto se separaban y éste era más flexible y maleable. Se hacían tres cuerdas usando seis espartos en cada una, se trenzaban de 2:2:2.

-Carrizo. Unos 100 por colmena.

El carrizo se iba colocando sobre los aros por fuera, se añadía la caña encima y se iba atando todo con la cuerda de esparto. Una vez acabada nos queda un tambor abierto por sus dos lados, en uno de ellos se le hace una tapadera con cañizo.

Después se atravesaba la colmena con unos cañizos quedando en forma de cruz que será donde se fije el panal.


Haciendo una colmena
Una vez terminada la colmena se recubría con una mezcla de arcilla y mierda de vaca (o de burro), así se tapaban todos los agujeros y se protegía a la colmena del frio y de otros peligros. El lateral que quedaba sin cubrir era el que pegaba al suelo y se le hacía un agujero por abajo para que las abejas puedan entrar y salir. Se le colocaba una piedra plana grande encima para protegerla de la lluvia y viento.

El enjambrazón consiste en buscar una reina para introducirla en la nueva colmena. Podía cogerse de colmenas silvestres o de propias. Cuando se oía que había una silvestre, se la ahumaba, buscaba la reina y se metía en el nuevo panal, las obreras siempre siguen a la reina.

Las colmenas sufrían trashumancia según la floración de las especies vegetales, por la noche, cuando las abejas están recogidas se tapa la parte inferior con una tapa hecha de esparto llamada “tajilla” y a la mañana siguiente se subían en las caballerías (de cuatro a seis) y se transportaban.


Trashumancia

En verano es cuando se castraban las colmenas (se recogía la miel).


Castrado de la colmena

Los panales se echaban en una tina y se machacaban con un palo para liberar la miel, luego se echaba sobre un filtro metálico y durante tres días se dejaba escurrir. Abajo se recogía la miel y arriba quedaba la cera e impurezas.


Destilando la miel

Lo que quedaba sin filtrar se lavaba con agua caliente para recuperar la miel que no había filtrado y esto se aprovechaba para hacer la meloja.

Preparando la meloja

¿Cómo se hacía la meloja? En una olla se echa el agua de antes, se le añade un poco de miel y trozos de calabaza, se deja cocer unas 4 horas a fuego lento y removiendo. Es uno de los postres más tradicionales de Lanjarón.

En los Meloncillos existe la cueva del Enjambre que está situada en el cerro Bastián. En los años veinte del siglo pasado los zagales de Benínar iban allí a recoger la miel que caía de un enjambre que había en una grieta existente en el techo de la cueva.

Antonio Rincón, Pepe Roda, Aurelio Maldonado (padre), entre otros, tuvieron colmenas en Benínar. Incluso mi abuelo tuvo una en el terrado del gallinero de su casa durante varios años. En 1945 apareció un enjambre en el bancal de naranjos que había al lado de dónde vivía, entre Antonio Rincón y él hicieron una colmena de cañizo, metieron dentro el enjambre y para evitar que la abeja reina se fuera le cortaron las alas.

Apicultores en Lanjarón (Granada)



Este artículo lo quiero dedicar a la memoria de un beninero, a José Álvarez Martín, el último apicultor que tuvo Benínar.

Saludos.

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