lunes, 24 de julio de 2017

Benineros en la Corte del rey Alfonso XIII

Hoy quiero recordar un hecho que sucedió hace 113 años y que se perdió en la memoria de nuestros ancestros. Sólo he podido recuperar trozos uniendo retazos de la historia por escribir de nuestro pueblo.

Imaginemos Benínar en un puzle, cada pieza tiene nombre y apellidos, da igual viva en Barcelona o Berja, la distancia es lo de menos. Lo que importa es mantener completo ese puzle, continuar, transmitir nuestro pasado al futuro ya que poco a poco se van perdiendo piezas y hay que conseguir que otras rellenen ese vacío. Misión nuestra es sembrar la semilla de Benínar en nuestra prole para que con el abono de nuestros recuerdos germine y continúen nuestro legado.


Benínar en el primer tercio del siglo XX


Esta historia comienza así:

Corría los primeros días del mes de abril de 1904, era lunes, sobre las once de la mañana Bernardo el cartero bajaba por la Cuesta, había atravesado el Llano procedente de Berja y daba los primeros pasos por las calles del pueblo. Su mula llevaba en las alforjas la correspondencia de todos aquellos contornos. Al llegar a la casa de don Bernardo, el cura, recordaba cómo años atrás la chiquillería le rodeaba y preguntaba, con bocas melladas, si había alguna carta para su familia. Si así era, la sacaba de la alforja, leía el nombre y se la entregaba a la mano huesuda y nerviosa que se levantaba, al cogerla echaba a correr seguido de la pandilla en dirección al destinatario. Una nubecilla de polvo se levantaba detrás de los chiquillos, voces y gritos llenaban las calles del pueblo.

Ahora a Bernardo no lo rodean los chiquillos, están todos en el colegio aprendiendo a leer y escribir, y una vez aprendidos cuidando de la cabra o cogiendo leña para la casa o acarreando agua o… en resumen, realizando los trabajos que solían hacer los niños en Benínar.

Bajó por la calle Real y giró hacia la Iglesia, al llegar al ayuntamiento se encuentra en la puerta a Lorenzo, el secretario.

“Buenos día don Lorenzo, hay una carta para ustedes del Ayuntamiento de Almería”.

Lorenzo Fernández llevaba dos meses en el cargo de secretario del ayuntamiento de Benínar, había sustituido a Facundo Sánchez Quero que dimitió por “asuntos personales”. Qué excusa más tonta cuando todo el pueblo sabía de la enemistad política entre don Facundo y don Salvador Medina, el alcalde. Se retiró a la espera de tiempos mejores… que más pronto que tarde llegarían.

Al abrir el sobre le echó un vistazo y por inercia empezó a caminar en dirección a la casa del alcalde.
No todos los días se recibe una carta de la alcaldía de la capital de la provincia invitando a su igual, en un pueblo perdido de la Alpujarra, a la recepción que iba a dar a Su Majestad don Alfonso XIII con motivo de la visita que el Rey iba a efectuar el día 27 de susodicho mes.

La noticia corrió como la pólvora, en este ayuntamiento en sus sesenta y ocho años de historia no había sucedido nada parecido.

Alcalde, secretario y concejales peregrinaron a Berja en busca de un traje y sombrero para la ocasión. En Benínar se cosieron los arreglos a la velocidad de la luz, el tiempo apremiaba.

El día 24 de abril hay pleno en el ayuntamiento, nuestro alcalde había pasado muchos días preparando y repasando el discurso con el que quería dejar fe. Siete son las personas que tenía delante, parientes en su mayoría, aún así el temblor procedente de la emoción hacía agitar el papel como un abanico:

“…esta Corporación da cuenta de la invitación que hace el alcalde de Almería a esta alcaldía para que asista a la recepción que en honor de S.M. el Rey don Alfonso XIII, se celebrará en aquel ayuntamiento el 27 de abril y en vista de los conceptos expuestos en ella, la municipalidad como prueba de adhesión inquebrantable a la real persona de nuestro Augusto Monarca y a fin de que este pueblo tenga digna representación en los homenajes y respetos que se le tributen en aquella capital a nuestro joven soberano, se aprueba por unanimidad su asistencia.”

El último punto del día fue aprobar una partida de sesenta pesetas para los gastos de viaje y estancia.


Llegada del Rey al puerto de Almería


Alfonso XIII tenía 18 años cuando visitó Almería por primera vez. Al desembarcar en el puerto lo recibieron decenas de aduladores que utilizaban su cargo y posición social para aproximarse a su oído y susurrarle favores.

Todo estaba muy bien organizado. Empezaba con la recepción de autoridades en el ayuntamiento, visita a la catedral, la Escuela de Artes e Industrias, la Cruz Roja, la Barrilería de Juan Terriza y la inauguración del Cable Inglés.

Después de visitar el ayuntamiento de Almería, a las 11 de la mañana el rey visitó la Escuela de Artes e Industrias. Durante el curso académico 1903-04, al conocerse que el Rey Don Alfonso XIII visitaría Almería, la junta de profesores acordó solicitar su presencia y que por ese motivo se realizara una exposición de los trabajos que en ella se hacían para que fueran conocidos por el Rey y el público.





Se acordó decorar la fachada, las aulas y resto de dependencias por las que pasara la comitiva real, trabajo que harían los profesores y alumnos ya que el presupuesto era escaso.

Lo que se buscaba era que la Escuela fuera elevada a la categoría Superior de Artes Industriales.



El Cable Inglés


El cargadero de mineral de El Alquife de Almería, conocido como el Cable Inglés, fue construido entre 1902 y 1904 por la compañía The Alquife Mines, según el proyecto del ingeniero escocés John Ernest Harrison e inagurado por Alfonso XIII.



 Lagartijo chico



Quinito


Por la tarde estuvo en la plaza de toros viendo la corrida de los toreros Quinito y Lagartijo chico. Así relataban los periódicos la corrida:

“Media hora antes de comenzar las fiestas se hallaban todas las localidades ocupadas por gente ávida de presenciar las faenas de los diestros. La corrida estaba anunciada para las cuatro y media, pero con objeto de que Su Majestad pudiera asistir a ella, dio comienzo media hora antes.

El presidente se presenta en el palco, hay su correspondiente pitorreo, se hace la señal, aparecen las cuadrillas y estalla una salva de aplausos. El primero de los de Otaolaurrichi es berrendo.... estocada en todo lo alto, que hace cisco al bicho. Ovación al sevillano que estuvo valiente y demostró gran inteligencia.

El Rey se presenta en el palco regio y estalla una ovación.

La lidia se suspende por breves momentos. Don Alfonso saluda y el público prorrumpe en vivas de entusiasmo.

El de Otaola, mientras tanto, recibe seis picotazos de los de la calzona, los derriba otras tantas veces y acaba con la vida de dos potros... pasa el animal a manos de Lagartijo chico, que muletea cerca y valiente. A paso de banderillas coloca José una entera algo tendida. Ovación y su correspondiente oreja. Sale el Rey....Relampaguito que actúa de sobresaliente, coloca par y medio buenos (Palmas)... Del ganado ninguno de los seis con la edad reglamentaria... El presidente, sin haber comprendido aún lo que es una corrida de toros".



Paseo del Príncipe


Nuestros representantes llegaron el día de antes en diligencia. Almería era un hervidero de personas, nunca se había vista tantas y tan buenas telas por sus calles, en toda la ciudad no había una habitación libre donde alojarse …

Aquí termina este artículo, no dispongo de la documentación necesaria para completarlo. Si a algún Sánchez, Medina, Ruiz, Gallegos… sus abuelos le contaron esta historia, puede terminarla.