miércoles, 1 de noviembre de 2023

El dinar de Benínar

Hubo un tiempo en el que los habitantes de Benínar no hablaban nuestra lengua, se entendían en árabe andalusí, una mezcla de árabe bereber, latín y lenguas romances. Rezaban a un Dios llamado Alá y seguían los mandamientos de Mahoma, su profeta. Eran tiempos en los que las voces de los almuecines resonaban por los barrancos de la Alpujarra llamando a la oración cinco veces al día.

La Alpujarra era un lugar próspero, no por su agricultura o ganadería sino por la seda. Miles de moreras rodeaban con su verdor los blancos pueblos alpujarreños y miles de sus habitantes vivían por y para ellas, engordando con sus hojas a los gusanos e hilando los capullos que estos hacían. La fama de la calidad y belleza de sus telas surcó mares atrayendo comerciantes de lugares muy lejanos. Dicen que hasta el emperador de China envió espías para averiguar sus secretos. Bolsas repletas de dirhem y dinares tintineaban por los zocos de aquellos pueblos para comprarla.


Dinar de Almería. Época de los Almorávides. AH 521


El dírhem era la moneda de plata y el dinar de oro, usadas en la antigüedad en el mundo árabe y también en los reinos cristianos. Europa era deficitaria en metales preciosos por lo que para comerciar se usaba toda moneda de oro o plata, no importaba la procedencia, se tenía en cuenta su ley, su pureza. (Como anécdota señalar que las monedas de plata de Alfonso XII y XIII estuvieron en circulación hasta 1938, en 1940 se ordenó su entrega en el Banco de España y su cambio por billetes).

Los metales preciosos eran muy codiciados, eran la base del sistema monetario y necesarios para la actividad comercial. El comercio crea riqueza y prosperidad, el intercambio de productos e ideas convergen para el desarrollo de las civilizaciones. En el Reino de Granada se obtuvo plata de la mina de Castala en Berja y oro en los ríos Genil y Darro, metales que una vez fundidos se convertían en joyas y monedas.


Dirhem de Abderrahman III. AL-Andalus. AH 331.


En aquella época Benínar era un puñado de casas, alguien, tiempo ha, vio negocio en aquel cruce de caminos y construyó una fonda para que pudieran descansar los viajeros por un precio mucho menor al que cobraban en los pueblos de alrededor.

Poco a poco aquel lugar fue llenándose de casas. Las tierras que había en la orilla del río eran tan fértiles como las del Nilo, a su semejanza, cada vez que salía la Rambla de Turón las volvía a rellenar con otra capa de arena que hacía crecer el trigo hasta la altura de un niño de 12 años. Las cosechas eran tan generosas que se construyó un molino en su orilla.

Había una montaña enfrente de aquellas casas, con ladera de tierra y miraba al sur, así que la abancalaron y llamaron Mojolones por los mojones que delimitaban las propiedades. En las orillas de los bancales plantaron olivos y moreras, en el resto legumbres. Poco a poco aquel lugar fue ganando importancia, la producción excedente se vendía en los pueblos de alrededor. Con el tiempo se allanó un terreno al lado de las casas y se construyó una mezquita, orientada hacia la Meca como debe ser, pequeña, en proporción al número de habitantes y modesta porque los lugares sagrados no necesitan lujos. Debajo de ella, con los escombros se rellenó el terreno y se hizo una plaza con casi las mismas varas de largo que de ancho.

Nadie sabe por qué aquel lugar se le llamó Benínar y creo que nadie jamás lo sabrá. El nombre encierra una aureola de misterio, “Hijo o hija del fuego”, su significado es lo que le da ese morbo. Tampoco se sabe lo que significa la palabra Darrícal y a sus gentes les da igual, a veces es mejor no saberlo todo porque entonces seríamos sabios.




Esta historia comienza en el año 751 de la Hégira (aproximadamente el año 1340 de la era cristiana), Yunes Selam era un joven de once años, hijo del posadero, bueno, uno de sus once hijos, al que gustaba escaparse cuando todos trabajaban e ir al río. Le encantaba tirar piedras al agua, ver como salpicaba y escuchar el ruido que hacían al chocar unas con otras. Como en su casa ya sabían de esa afición y que era imposible quitársela, la madre le decía “ya que vas al río tráete un cántaro con agua”.

Un día al lanzar una piedra algo brilló en el agua, un fugaz destello de luz avivó la curiosidad del niño. Descalzo se metió en el río, se dirigió a un recodo lleno de fina arena, al acercarse otra vez brilló, fue como si al Sol se le hubiera escapado un rayo, boquiabierto metió la mano en el agua cerrándola rápidamente no vaya a ser que aquello que brillaba se le escapara. Asustado salió corriendo hacia un cañaveral que tapaba la puerta de una cueva, cueva de la que manaba agua. Aquel era su lugar secreto, el sitio donde se escondía cuando las travesuras agotaban la paciencia de su padre o hermanos. Allí se sentía seguro, miró hacia todos lados asegurándose de no haber nadie, apretaba con brío aquel puñado de arena, abrió la mano y apareció semienterrado un objeto circular de tamaño un poco más grande que una uña y que brillaba como un espejo.

Yunes había visto aquel brillo una vez, era igual que la que le dieron a su padre hace un par de años cuando vendió las telas de seda que tan laboriosamente habían tejido su madre y hermanas.  


Casulla de San Juan de Ortega 1080-1163. La capa tiene una inscripción referida al emir almorávide Alí ben Yusuf, gobernador de Granada entre 1126 y 1138, para quien debió ser tejida.


Sabía que con aquella moneda se podía comprar muchas cosas, aquellas con las que había soñado durante tantos años. La próxima vez que fuera a Berchat (Berja) con su padre, como siempre tardaba mucho negociando los precios, iría a la tienda de Mohamed y le compraría todas las golosinas hechas con dátiles y miel, las que traían de Tánger en barco. Aquellos dulces los probó por primera vez en la boda de Fátima, su hermana y quería volver a sentir el dulzor que le explotaba en la boca al morderlas.

Yunes no sabía dónde guardar aquella moneda, tanto la acariciaba que acrecentaba su brillo y temor a que la descubrieran y se la quitaran. No podía pasar más noches despierto mirando el puño cerrado que la guardaba. Una noche con luna llena salió a escondidas de la casa, fue dirección al molino por donde cruzó el río, atravesó el cañaveral y se adentró en su cueva, con un palo hizo un agujero en el suelo y depositó aquel tesoro, ¡¡¡Aquí nadie te encontrará!!! Le susurraba a la moneda.  

Para un niño la vida en aquel lugar no era fácil, la monotonía del día a día lo exasperaba, él tenía sed de aventuras, de juegos, se imaginaba vestido de guerrero luchando contra los infieles, conquistando y saqueando ciudades y pueblos en el nombre de Alá. La realidad era otra, había que trabajar. Cada hermano tenía su responsabilidad, a diario había que traer leña, agua del río, sacar a pastar y vigilar el ganado, ordeñar las cabras, recoger hojas de morera… Sus hermanas, en cambio, estaban todo el año trabajando la seda cuyos productos ofrecía y vendía su padre a los comerciantes que se alojaban en su casa.


Soldados de Al-Andalus.


Una tarde llegaron unos soldados. Al mando iba un capitán a lomos de un caballo, iban recorriendo el cauce del río porque en la costa habían visto desembarcar a unos extranjeros que llegaron en un pequeño barco con forma de dragón. La seda que se hilaba en la Alpujarra era famosa en todo el mundo conocido, famosa y deseada por comerciantes y ladrones.

Su padre los recibió con sumo agrado, tenía hijas casaderas y un capitán siempre sería bienvenido a aquella familia.

Esa noche, en la cena, callado tomaba la sopa de legumbres que había preparado su madre. El padre había invitado a aquellos soldados a cenar y descansar. Escuchaba con temor las historias que contaba aquel capitán sobre esos hombres rubios, barbudos, altos como una casa y armados con hachas y espadas, llevaban años asaltando ciudades de Al-Ándalus, matando, secuestrando y robando.


Desembarco vikingo. Foto Shutterstock


Aquella noche Yunes tenía mucho miedo ¿Y si su moneda despertaba de nuevo y atraía con su brillo a aquella gente tal como le sucedió a él? No podía dormir, así que decidió salir a hurtadillas, ir a la cueva y comprobar que su tesoro seguía allí y no brillaba. Para no hacer ruido dejó entornada la puerta de la calle, corriendo pasó por el molino y le extrañó que el perro no ladrara, pero su cabeza sólo pensaba en aquella moneda. Al final llegó al cañaveral que ocultaba la cueva, se adentró y sintió una mano que le tapaba media cara, el terror se apoderó de él, era incapaz de moverse, de avisar con un grito a sus padres de que algo iba mal en aquel lugar. Hábilmente esa mano lo amordazó, ató y lanzó al fondo de la cueva, un frío acero se acercó a su cuello a la vez que oía extrañas palabras, no las entendía pero sabía que significaban.

Una hora después llegaron más hombres, traían a sus hermanas atadas y las armas goteando la sangre de sus padres y soldados. En ese momento se dio cuenta que su vida había cambiado, ya no volvería a jugar como niño en aquel lugar, su destino seria servir como esclavo. De una patada lo pusieron en pie y comenzaron a caminar río abajo, levantó los ojos, vio como las llamas devoraban las casas del lugar que lo vio nacer y unas palabras balbucearon en su boca… beni-naar (hijo del fuego).

Unos días al año, en otoño, al ponerse el Sol por encima de Murtas, un breve destello sale del pantano, lo sitúo en el mismo lugar donde estuvo la cueva de la fuentecica de la Virgen. Esa luz me recuerda que allí hubo un pueblo, que allí hay benineros enterrados desde hace más de 600 años y que allí se tejía la mejor seda de toda la Alpujarra.

Saludos.


miércoles, 18 de octubre de 2023

Benínar: 50 años de la riada del 73

Hoy se cumplen 50 años del hecho más trágico de la historia de Benínar. A partir de ese día empezó la cuenta atrás hasta su total desaparición y conversión en lo que es ahora, un charco para que naden los patos.

No voy a consultar libros, periódicos, vídeos, revistas… para hacer este artículo, sólo voy a poner cómo lo vivieron los padres, abuelos o familiares de muchos de los que ahora estáis leyendo esto y así lo reflejaron en las actas del ayuntamiento de Benínar.


Después de la riada. Colección Amelia Baños.



Después de la riada. Colección Amelia Baños.

Fecha 19 de octubre de 1973. A las 20:00 horas empieza la reunión.

“Por el señor alcalde presidente se da comienzo a la sesión extraordinaria exponiendo lo siguiente: que ante la situación de calamidad pública originadas por las inundaciones ocurridas en este pueblo en la mañana del día de hoy, se ha personado en los lugares afectados y oída la opinión del vecindario estimando que la situación es como sigue:

1º. Que en el término municipal de Benínar han quedado arrasados todos los Pagos colindantes al río y Rambla de Murtas. Estimándose en unos 800 celemines y dañados otros 200.

2º. En el término municipal de Darrícal, en propiedades de vecinos de Benínar, han quedado totalmente destruidos 400 celemines y afectados otros 400.

3º. El resto de la vega de Benínar y la parte del término de Darrícal propiedad de vecinos de Darrícal, se encuentra inutilizada a causa de haber desaparecido los cauces, acequias y presas con las cuales se regaba.

4º. Que todos los ramblizos colindantes a la Rambla de Murtas y al río Adra, a su paso por este término, ha destruido totalmente los cultivos de almendros y olivos que existían en sus márgenes.

5º. Que la única fuente existente en el pueblo ha quedado sin agua por la destrucción de las tuberías de conducción y daños producidos en la misma. Por lo que el pueblo ha quedado sin agua.

6º. Igualmente se hace constar que la pérdida definitiva del terreno, con balates, alambradas, murallas de contención, etc. Se ha perdido toda la cosecha de la uva, que precisamente en estos días se encontraba en plena faena a precios muy ventajosos para el labrador, así mismo se ha perdido la cosecha de naranja, maíz, patatas y habas.

Han sido destruidos los siguientes inmuebles: totalmente dos molinos harineros con sus viviendas y otro molino harinero con parte de su vivienda.

Así mismo fue necesario evacuar dos viviendas que quedaron inundadas.

7º. Manifiesta que poner nuevamente en riego la vega que ha quedado supondría una inversión de varios millones de pesetas, que excede de la capacidad económica de los vecinos de este pueblo. Por otra parte sería inútil y un esfuerzo perdido ante el próximo comienzo de las obras del pantano.

Ante la exposición de los hechos efectuada por el sr alcalde y después de un detenido examen de los mismos, este pleno del ayuntamiento acuerda solicitar a los poderes públicos las siguientes peticiones:

1º. Que en lo posible se acelere la puesta en marcha de las indemnizaciones que se prevén para las obras del pantano y, que sería a juicio de este ayuntamiento, la solución más idónea para todos los vecinos de este pueblo.

2º. Solicitar una ayuda económica para poner en funcionamiento la fuente y paliar de esta forma un problema tan acuciante como es el de la falta de agua.

3º. Que por los organismos competentes se estudie la forma de eximir de contribución totalmente aquellos terrenos que han desaparecido como cultivables.

4º. Igualmente se solicita una moratoria de los demás vecinos afectados parcialmente.

5º. Que por los organismos competentes se nombre una comisión que estudie y valore los daños ocasionados en las cosechas y haya una posible indemnización.

6º. En vista de todas las consideraciones que anteceden este pleno corporativo solicita encarecidamente de su excelencia haga todo lo posible porque se declare esta zona como de “calamidad pública” con todos los derechos que ello trae consigo.

Esta Corporación ruega a V.E. se persone en este pueblo en cuanto le sea posible para comprobar sobre el terreno la magnitud de los daños habidos.

Una vez terminada la sesión Corporativa se leyó el contenido del acta a los vecinos del pueblo que en masa habían acudido al ayuntamiento y a sus alrededores que asistieron a todos los apartados de la misma. Se levanta la sesión a las 22:30 horas”.

Hoy es un día triste para recordar.

Saludos, pueblo de Benínar.

domingo, 13 de agosto de 2023

El estanco de Benínar

No ha habido planta que haya tenido tanto éxito ni haya dado tantos beneficios económicos como la del tabaco (Nicotiana tabacum). Aquí en Granada se ha cultivado durante mucho tiempo hasta hace escasos siete años, se acabaron las subvenciones y dejó de ser rentable. En la zona de Vegas del Genil se pueden ver decenas de secaderos abandonados donde se colgaban una vez recolectadas y se dejaban secar. También se ha cultivado en Extremadura.

Su cultivo generaba gran cantidad de jornales, familias enteras dedicadas a su cultivo y recolección. Ahora, como con casi todo, sale más barato comprarlo en el extranjero. En este mundo globalizado los empresarios sólo piensan en aumentar beneficios y disminuir costes, no les importa cerrar una fábrica en Almería para abrirla en Marruecos, pero… ¿La calidad es la misma? Pues no.


Nicotiana tabacum


Con la llegada de los españoles a América se descubrieron gran cantidad de plantas, en este caso, se observó que los indios antillanos fumaban unas hojas que les daba una sensación agradable y placentera. En 1519 Hernández de Oviedo, gobernador de Santo Domingo, trajo las primeras hojas y en 1559 el historiador Hernández de Toledo las primeras semillas.

En el siglo XVI se creó el lucrativo régimen fiscal del Estanco del Tabaco, un monopolio del estado que tan rentable era que el propio Marqués de la Ensenada en el siglo XVIII dijo que eran “las rentas más pingües de la monarquía”.

En el primer tercio del siglo XVII se creó en Sevilla la primera fábrica de elaboración de tabaco que sería el embrión de la Real Fábrica de Tabacos.


Real Fábrica de Tabacos de Sevilla


Antiguamente había dos tipos de estancos, de décima y de salario. Los primeros además de tabaco vendían otros artículos, solían estar en lugares con poca población, el estanquero recibía el 10 por ciento de la venta. Los de salario eran aquellos cuyas ventas compensaban tener un empleado a sueldo, el límite se establecía en 900 reales al mes percibiendo el estanquero tres reales diarios, si vendía más de 1300 reales su salario se incrementaba un real más.

También hubo contrabando de tabaco, se compraba en Gibraltar, se transportaba en barco y desembarcaba en las playas de Adra, río arriba se distribuía por los diferentes pueblos de la Alpujarra.

Para que veáis su importancia para la Hacienda Pública, durante el confinamiento que sufrimos en esta pandemia se permitió que siguieran abiertos los estancos y que la gente pudiera salir a comprar tabaco. 

De los efectos indeseables de fumar no os voy a hablar ya que todos sabéis lo perjudicial que es.

Su nombre real es Expendeduría de tabacos, Estanco se refiere al régimen fiscal, también existía el Estanco de la sal y del papel timbrado. Había inspectores que revisaban los libros de cuentas para evitar fraudes.


Contrabando de tabaco


¿Cuándo se abrió el estanco en Benínar?

 El 18 de marzo de 1806 Pedro Fernández, vecino de Benínar, firma ante el Administrador de Rentas del partido de Ugíjar la concesión de un estanco de tabacos en el pueblo de Benínar.

Avala la concesión con un haza de tierra de riego, de ocho celemines de sembradura y cercada de álamos situada en la Vega del Lugar que linda con Juan Eugenio Maldonado, José Rincón Mayor y el río, que está tasada en cuatro mil reales.

En 1871 el estanquero se llamaba Juan Martín Moreno, estaba casado con Genoveva Lozano, tenían el negocio en la calle de la Iglesia nº 15.

En 1882 el negocio estaba en manos de un tal José Sánchez, en 1885 lo regentaba José Moral, en 1904 Juan Salinas, en 1916 Manuela Lozano Jiménez. El último estanquero fue Ángel Ruiz Roda.

El tabaco había que bajar a Berja y traerlo en mulo, cuando llegó la Alsina lo mandaban con ella.

En 1883 se vendían los siguientes tipos de tabacos:

-Cigarrillos largos engomados.

-Cigarrillos largos emboquillados.

-Cigarrillos cortos emboquillados.

-Cigarrillos cortos engomados.

-Cigarrillos de labor fina.

-Cigarrillos suaves, etc.

Como anécdota comentaros que el 11 de mayo 1916 se denunció un robo que así lo contaba un periódico de la época: “El comandante del puesto de Berja ha oficiado al Gobernador Civil participándole un robo cometido en la madrugada del día 11 de mayo de 1916 a la vecina del pueblo de Benínar, Manuela Lozano Jiménez, en su domicilio destinado a expendeduría de tabacos, de donde se llevaron los ladrones, según la dueña, 150 pesetas en metálico, 15 cajetillas de 50 céntimos, 18 de 25 céntimos y 80 de 20 céntimos. Abrieron para dicho robo un agujero en la puerta falsa de la casa por el cual metieron la mano y descorrieron el cerrojo.

Según todos los informes se cree sea falso el mencionado robo por las circunstancias que concurren en el hecho. Sin embargo, se continúan las diligencias a fin de discernir lo que haya de verdad”.

Saludos.

lunes, 24 de abril de 2023

Vídeos del Día de Convivencia del 16 de abril de 2023 en el camping del Pantano de Benínar.

 Ciento diez personas nos reunimos en el camping del pantano para volver a disfrutar de la amistad en nuestra querida tierra, Benínar.

Después de estos años de pandemia eran muchas las ganas que había de reunirse.

Este año he montado dos vídeos, el primero con mis fotos y el segundo con las que me habéis enviado y subido al Wasap.

Espero que los disfrutéis tanto como lo he hecho yo editándolos.







Saludos Benínar.

miércoles, 4 de enero de 2023

El teléfono en Benínar

Hace 147 años el escocés nacionalizado norteamericano Alexander Graham Bell patentó el teléfono y lo refirió como un aparato que transmitía sonidos por un cable a través de señales eléctricas. Graham Bell no fue realmente el inventor, este honor le corresponde al italiano Antonio Meucci que lo hizo en 1854 y, al carecer de recursos no pudo patentarlo. Meucci lo desarrolló para conectar su oficina con el dormitorio donde estaba su esposa enferma e inmóvil y así poder estar en contacto.





Durante el siglo XX las comunicaciones se desarrollaron de forma vertiginosa. El teléfono, la radio, la televisión… y al final internet han globalizado y empequeñecido este mundo, donde antes se tardaba días o meses ahora se hace en segundos.

La emigración en Benínar fue un hecho desde comienzos del siglo XX, el pueblo había aumentado su población de forma considerable durante el siglo XIX y llegó un momento en el que le era imposible mantener más habitantes. En América, Cataluña y otras comunidades cientos de benineros encontraron sustento, pero la soledad familiar, el cariño de padres, hermanos… debían buscarlo en las palabras que llenaban las cartas.

Tuvimos que esperar hasta comienzos de los 70 para que esas palabras no tardaran tanto en viajar.

La primera referencia que he encontrado sobre la instalación del teléfono en Benínar es del 25 de diciembre de 1920. A propuesta del alcalde de la época, (un tal Andrés del que omito apellidos por lo que cuento a continuación), que acuerda solicitar al Gobierno Civil el establecimiento de una estación telefónica municipal. El ayuntamiento se compromete a facilitar los postes necesarios para traer la línea desde la estación de Berja. Fue tal el entusiasmo del alcalde que decía que era “con el fin de que este pueblo disfrute de los beneficios del progreso, tan necesarios para una región próspera en agricultura y comercio”. Los años pasan y no sucede nada.

En 1932, el ayuntamiento hace una auditoría y descubre que durante el ejercicio del anterior alcalde había una partida de 500 pesetas en gastos de instalación del teléfono municipal y claro, en todo el municipio no había teléfono alguno. Se investigó dicha partida y se descubre que con fecha del 20 de marzo de 1922 fue liberada dicha cantidad por el alcalde a favor de su hijo Andrés, por quien estaba firmado el recibo y que era menor de edad. Se requiere al anterior alcalde que acuda al ayuntamiento y exponga o alegue las razones que estime oportunas para justificar el gasto de 500 pesetas.

El citado Andrés ya no vivía en el pueblo, así que envió una carta exponiendo los hechos. Alegaba que dicho dinero fue invertido por él en la compra de 50 palos (que importaron la cantidad de 400 pesetas) y las cien pesetas restantes eran para hacer los hoyos para colocarlos y poner el cableado del teléfono de Berja a Benínar. Que dichos palos se encontraban en una finca de su propiedad y que él tiene en su poder las 100 pesetas. Reconoce que esos fondos pertenecen al municipio y que ya no es él el que ha de disponer sus inversiones ofreciéndose a ingresar el dinero en la caja municipal y a la entrega de los palos.

El ayuntamiento le responde que no necesita los palos para nada y que se le da de plazo cinco días para que restituya las 500 pesetas bajo apercibimiento de proceder contra él por la vía de apremio.

El dinero fue devuelto, más otras 100 pesetas que aquel señor había cobrado de forma indebida por otro asunto.

Benínar, en su medio milenio de historia ha tenido excelentes alcaldes, personas que después de una dura jornada de trabajo en el campo tenían que ocuparse de los problemas del pueblo. Problemas que casi siempre fueron de carácter económico, con lo poco que se recaudaba en impuestos había que pagar a los maestros, su vivienda, al secretario del ayuntamiento, la luz… los gastos menores quedaban siempre a la espera de que hubiera fondos.





Cuarenta y dos años después se vuelve a retomar la instalación del teléfono. Presidia el ayuntamiento Juan Ruiz Martín, a mi parecer uno de los mejores alcaldes que ha habido en el pueblo. Su primer acierto fue unir en la petición a Benínar y Darrícal, de este modo se tendría una posición de fuerza en la demanda.

El 24 de febrero de 1966 se reúne la corporación y “después de un cambio de impresiones en animada discusión y considerando que este servicio proporcionaría incalculables beneficios para todo el vecindario, se acuerda por unanimidad autorizar al señor alcalde para que, conjuntamente con el de Darrícal solicite de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), las condiciones que se exigen para tal servicio, así como la aportación económica que para ello es preciso aportar en metálico, y una vez que se conozcan las condiciones que exponga Telefónica, se proceda seguidamente a los ulteriores trámites para conseguir la ejecución de la obra”.

Se envían varios escritos y finalmente el 29 de agosto Telefónica manda un comunicado a ambos ayuntamientos diciendo “que tan pronto sus disponibilidades lo permitan, será atendida la petición formulada”. Esto cayó como un jarro de agua fría en las ilusiones de ambos pueblos.

Para que un pueblo, ciudad, región o país progrese es imprescindible invertir en infraestructuras. Para desarrollarse hay que tener buenas carreteras, aeropuertos, trenes, puertos… Nuestra tierra, la Alpujarra, siempre ha sido la gran olvidada, en los años 20 se construyó la carretera que tenemos hoy en día y en la que influyó en su trazado los caciques de la época. Un cortijo vale más y tiene mejores servicios si una carretera pasa por su puerta. El cortijo del Llano, el de Faura, de Barros, la Mecila… se vieron beneficiados por el paso de la carretera por sus cercanías cuando el trazado por el Llano era el más idóneo. Esta es otra historia que en su día abordaré.


Línea Barcelona-Zaragoza en los años 20



El tema vuelve a retomarse el 26 de marzo de 1969, en el ayuntamiento se recibe un escrito de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos solicitando que los pueblos de Benínar, Darrícal y su anejo Lucainena deben hacer una aportación del 25% del proyecto si quieren que se instale el teléfono.

Se había hecho un proyecto y el presupuesto remitido ascendía a 675.000 pesetas, distribuido de la siguiente forma:

-Subvención de la Presidencia del Gobierno: 506.250 pesetas.

-Aportación de los ayuntamientos: 168.750 pesetas.

Tomando como base la última renovación quinquenal de los patrones municipales, a Benínar le correspondía pagar 59.640 pesetas y a Darrícal 109.110 pesetas.

Aquí, en mi opinión se cometió el error de no incluir a la Barriada de Hirmes. A Hirmes llegó la carretera, la luz y el teléfono muchos años después que a Benínar y este sentimiento de dejadez todavía se recuerda.

En septiembre de 1970 la CTNE pide una autorización de los propietarios afectados por los trabajos a realizar. En enero de 1971 el ayuntamiento entrega la documentación y autorización de los propietarios de los terrenos afectados por el paso de la línea. Los trabajos comienzan.

En marzo de 1971 el alcalde da cuenta que para instalar el teléfono era necesario que por los vecinos se cediera un local con dos habitaciones y que tuviera una luz. Los gastos de alquiler y de luz correrían a cargo del ayuntamiento. El concejal Juan Fernández Campoy, con domicilio en la Carretera de Berja a Benínar, sin número, se ofrece a instalarlo en su casa, percibiendo en principio 6.000 pesetas al año por el alquiler y luz, más un dos por ciento de cada conferencia por parte de la CTNE.

El primer modelo de teléfono fue de pared, tiempo después de colocó uno de mesita. En otros pueblos donde llegó antes el teléfono el modelo de la pared era más rústico y no tenía rueda de números ya que conectaba con una centralita que era la que realmente marcaba.





El horario que se establece para el teléfono era de 8 de la mañana a 10 de la noche.

El 16 de junio de ese año el teléfono comenzó a funcionar y fue inaugurado por el Gobernador Civil.

En octubre de 1971 el ayuntamiento desembolsa 84.914 pesetas que es la aportación que finalmente le corresponde, Darrícal con su barriada Lucainena pagan 108.048 pesetas. La distribución se hace con arreglo al censo de población de 1970 que es de 554 habitantes para el primero y 705 para el segundo.

En enero de 1972 se crea un fondo de 12.000 pesetas para que el ayuntamiento satisfaga la relación de conferencias hechas.

En febrero de 1973 se acuerda pagar 1.000 pesetas mensuales por el alquiler y se acuerda en pleno por el ayuntamiento subir 50 pesetas a todos los contribuyentes en los arbitrios municipales para que hubiera fondos.

El funcionamiento era el siguiente, se llamaba y a quien lo cogía se le decía quién era y con quién quería hablar, se colgaba, había que esperar media hora a que avisaran y se volvía a marcar. Muchos fueron los viajes que Juanita o Maricarmen o el que estaba o pasaba por la puerta del bar e iba al pueblo dieron avisando a la gente que tenían una conferencia con Barcelona. Lo malo era cuando había que dar la noticia del fallecimiento de alguien.

Recuerdo a más de un beninero subir la calle Real arriba a buena velocidad para no llegar tarde cuando el familiar volviera a llamar.

Mucho han cambiado nuestras vidas con la tecnología. Ahora todo el mundo tiene un teléfono móvil. Lo que hace 50 años era progreso hoy en día es lo normal.


Saludos Benínar.


Mi agradecimiento a Maricarmen Fernández y a José Antonio Díaz Roda por la ayuda prestada para la realización de este artículo.