Hace unos días un servidor se encontraba sentado delante de la iglesia de
Hirmes (Almería) admirando el gran trabajo que Paco Ramón y Maribel habían hecho. Poco
es lo que nos queda de nuestra querida Benínar y si no lo cuidamos nosotros, de
fuera no vendrán a hacerlo.
Hoy quiero compartir con vosotros este artículo escrito por un amigo,
amante del arte y de la historia del pueblo de sus antepasados. Antonio
Verdejo, empleado de banca de profesión e historiador de corazón aprovechó su temprana
jubilación para rescatar del olvido la historia de Íllora (Granada). Armado con
un lápiz y una libreta ha escrito libros y dictado conferencias.
DE LA PUERTA
DE SAN PEDRO DE LA IGLESIA DE LA
ENCARNACIÓN
¿SE NOS HA CAÍDO LA FE...?
-“De la Puerta de San Pedro de la Iglesia
de Íllora se ha caído al suelo un medallón.”
-“¿Cuál de los dos
medallones?” – pregunté-.
-“No lo sé” –me respondió-.
Unos 450 años después de que fueran
realizadas las esculturas de las dos portadas de la Iglesia de la Encarnación
de Íllora por Diego Pesquera, escultor a quien están atribuidas según apunta el
profesor José Manuel Gómez-Moreno Calera en su obra “Las Iglesias de las Siete Villas”, ha ocurrido una pérdida tan
lamentable.
“La [portada] de los pies es considerada por Gómez-Moreno
Martínez como la más antigua [...] A los lados, en unos espejos con pedestal y
remate de candeleros, aparecen relieves de la Fe y la Caridad, y sobre ellos
pináculos. En la hornacina se encuentra la figura de San Pedro entronizado.”
De la Puerta de San Pedro de la
Iglesia de la Encarnación de Íllora se nos ha caído la FE... Pero al menos aún
nos queda la CARIDAD.
Hasta parece cosa normal que se halla
desprendido la Fe precisamente al llegar a nuestro tiempo presente, donde la
economía y la política todo lo manipulan. Pues ¿en qué creer y a quién creer en
medio de este laberinto de intereses que nos
rodea...?
Pudiera ser que aún nos queden algunos
restos de fe en la justicia, en la honestidad, en la lealtad, en el amor, en la
hermandad de todos los hombres, en la sinceridad... Pero lo cierto es que tras esta caída, la FE ha quedado
hecha añicos.
Es probable que muchos de nosotros ya
hubiéramos perdido la fe desde hace tiempo; y que por esa razón esta rotura
haya sido un indicio de nuestra falta de fe. En tal caso más que un ‘vaticinio’
habría sido una ‘consecuencia’.
Sin embargo, en nuestro descargo
podemos decir que, como todas las cosas, la FE también tiene sus límites. Y que
se ha llegado a un punto de mínimos en que la realidad defrauda tanto que es un
criadero de escépticos y de indiferentes. Mas, como ley del péndulo, por su
límite máximo están los dogmas, que por su misma esencia son imperativos,
masificadores y, en algunos casos, tan
peligrosos como lo fueron los Autos de Fe.
Pero estemos tranquilos: Tras los
oportunos trabajos de cirugía arquitectónica o espiritual colocaremos en lugar
de la FE caída otra fe postiza, un sucedáneo, una prótesis de fe para que no se desluzca nuestra apariencia.
¡Pero aquella FE verdadera...!
¡Aquella FE que no necesitaba de escribano...! Una fe personal que se veía en los ojos como la
huella inalterable del iris. Tan fiable como las huellas digitales que antaño
se imprimían recíprocamente y de forma imborrable con un simple apretón de
manos... Esa FE ya la hemos perdido para siempre.
Días más tarde pasé por el lugar, y
observando el estado en que ha quedado la portada posterior de la Iglesia me
pareció que el medallón que se ha caído
de esta puerta ‘pétrea’ de Pedro es el
de la CARIDAD.
Y entonces la cosa es aún más grave. Porque ¿de
qué sirve la FE sin CARIDAD...?
“si teniendo el don de profecía y conociendo todos los
misterios y toda la ciencia, y tanta fe
que trasladase los montes, si no tengo
caridad, no soy nada.”
(Cor. 13,1)
¿De que sirven los proyectos faraónicos si falta caridad...?
La FE sin CARIDAD es como un ser en vías de
ceguera: No está ciego del todo pero sí tuerto.
Del del mismo modo ha quedado la portada de San
Pedro: Con uno de los cuencos de los medallones vacío y el otro lleno.
Desde su atalaya,
Pedro, que ha presenciado tantos sucesos de nuestra historia local a lo largo de siglos. Que ha visto entrar y
salir bajo sus pies a tantos millares de vecinos difuntos: Como una procesión
interminable de cuerpos y de almas que llamaran a su puerta, tal que si esta
Puerta de San Pedro de la Iglesia de la Encarnación de Íllora fuera la mismísima Puerta del Cielo; y Pedro, cual
‘fiel de fechos’, esculpiera en cada uno de esos difuntos la calificación o
nota previa destinada al postrero examen del Final de
los Tiempos.
Pedro, desde la cima de esa puerta,
parecería llevar una contabilidad celestial en la que los guarismos fueran los
actos que hiciera la persona durante su vida; y también la motivación o la fe
que movía dichos actos: O sea, los
hechos de cada vida medidos por Pedro con la FE y con la CARIDAD.
Sin embargo, ahora...
¿Tan defraudado está Pedro para que haya dejado
caer el cartabón...? Pues pidámosle que no deje caer también la escuadra.
Y que nos disculpe Pedro si algunos no tenemos
suficiente Fe, pues él sabe que hay sobradas razones para ello. Y porque tal
vez sin fe un hombre también pueda
salvarse.
Y que nos disculpe Pedro si algunos no
tenemos sufiente Caridad. Porque si al menos nos queda la Fe, con ella solamente,
en medio de esta tempestad, podremos
afrontar la búsqueda de la Utopía.
A. Verdejo
Febrero - 2011
Para el Periódico Parapanda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario