Investigar la historia de Benínar no es sencillo, pocas veces los benineros abren sus puertas de par en par tendiendo puentes hacia la colaboración, puede más el recelo que la confianza. Nuestra historia es de todos y cada cual aporta su granito de arena, yo sólo los recojo, amaso y construyo. Sin arena no hay historia.
La palabra expósito según la Real Academia Española procede del término latino expositus que significa expuesto. Lo define como un recién nacido abandonado o expuesto, o confiado a un establecimiento benéfico.
A estos niños abandonados se les apellidaba Expósito, o se les ponía el nombre de un santo o de Dios, entre otros. Ejemplos: Roque Expósito, Javier San Juan, Adoración de Dios.
Torno donde se abandonaban los niños en los conventos
Para entender este artículo hay que situarse en la Alpujarra durante el segundo tercio del siglo XIX. La riqueza minera ha atraído a miles de personas, los pueblos sufren un desarrollo demográfico nunca visto, hay dinero y sitios donde gastarlo.
Basta con dar un ligero repaso a la historia de la humanidad para ver que es la sociedad la que impone sus reglas, la que nos dice qué se puede y no se debe hacer. Durante muchos siglos ser expósito era estar marcado por el signo del pecado durante toda la vida, ser despreciado por una comunidad que se consideraba de moral superior, donde la mayoría de los matrimonios eran de conveniencia y de poco valían los sentimientos de los jóvenes. Se reunían los padres de ambos y acordaban la coyunda, desposorio o matrimonio basándose en sus intereses económicos o sociales. La clase pudiente se reunían ante el notario y lo certificaban con un documento llamado dote en el que se describía que aportaba cada uno, los que no se podían permitir esto bastaba con la palabra y un simple apretón de manos.
Hasta no hace muchos años, para una mujer tener un hijo fuera del matrimonio era arrastrar la vergüenza durante el resto de su vida. Los embarazos podían ocurrir por violaciones silenciosas, o engañadas por pretendientes con promesas incumplidas… o por culpa de la miseria, poco pan y muchas bocas. También los había por las que realizaban el oficio más antiguo del mundo, muy demandado en la Alpujarra del siglo XIX.
En una sociedad donde las mujeres eran completamente dependientes del hombre, si éste se desentendía ¿Qué podían hacer? La desesperación nos hace cometer locuras. Abortar en la intimidad en aquella época era exponerse a morir por hemorragia o infección. Había que disimular el embarazo, parir en el anonimato y abandonar al recién nacido a la puerta de un cortijo o casa donde viviera una familia con recursos para adoptarlo o dejarlo en una iglesia o convento donde se tenía la certeza que comerían todos los días. También existieron casos de asesinato.
Era frecuente dejar una nota donde se decía que nombre ponerle al niño, también abandonarlo con ropa, todo esto le serviría a la madre en un futuro para reconocer y encontrar a su hijo.
Niños expósitos cuidados por las monjas
El artículo lo llamo los niños expósitos de Benínar porque fueron abandonados en nuestro pueblo, las madres podían ser de cualquier lugar. Hay que tener en cuenta que el pueblo estaba en un enclave estratégico, era un cruce de caminos que enlazaba la alta con la baja Alpujarra y por donde pasaban anualmente miles de personas.
Primer caso.
“En Benínar a las 12 de la mañana del día 21 de mayo de 1871 siendo Federico Gallegos Mora juez municipal y Juan Sánchez secretario, compareció Ana Rodríguez de esta vecindad, con una comunicación del señor alcalde de este pueblo para registrar una niña abandonada, como de un día de edad.
Ana Rodríguez manifestó que la niña la habían dejado la noche anterior en la puerta de su casa cortijo sito en el Cucanal de este término, cubierta por un mantillo encamado, una blusa y un pañal sobre la cabeza. Que cosido al mantillo tenía un papel escrito en el que pedían el favor se le pusiera el nombre de Angustias para sacarla en su día.
Dicha declarante dijo que se había puesto el nombre de María Angustias. Que la expresada niña, al parecer había nacido el día 20 del corriente y que no se sabían cuales sabían sido sus padres. Todo lo cual presenciaron como testigos José Sánchez García y Juan Martín Sánchez, naturales y vecinos de este pueblo”.
Segundo caso.
“En Benínar a cuatro de la tarde del día dos de mayo de 1877, ante Félix Sánchez García, juez municipal y Juan Sánchez, secretario, compareció Leonor Ruiz Sánchez, vecina de este lugar con una comunicación del alcalde para inscribir a un niño abandonado como de un día de edad, que lo habían dejado en la madrugada de este día en la puerta de su casa sita en la calle Real.
Estaba cubierto con un mantillo de [bouvarí] y un lio de ropa que contenía otro mantillo viejo de bayeta, un jubón de bayeta, un gabán de [cearaza], una camisa, un pañuelo blanco, tres pañales, uno de hilo y dos de algodón, una reata y una ombliguera.
Que se le había puesto el nombre de Francisco José Antonio Expósito y que al parecer había nacido el día primero del corriente, desconociendo quienes eran sus padres”.
El niño fue adoptado por una familia de Darrícal y falleció a primeros de septiembre de 1877.
Continuará.
(c) Francisco Félix Maldonado Calvache.
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